sábado, 25 de octubre de 2008

Sociedad de la Información

por: VICTORIA ACERO, ALEJANDRA REALES y JESENIA RODRIGUEZ

El objetivo principal de M.Castell en el primer volumen de su libro “la era de la información es centrarse en la dimensión sociológica del cambio tecnológico: efectos sociales de las tecnologías de la información. Para ello, en este primer capítulo, nos muestra los principios y avances de las nuevas tecnologías, donde la información será la materia prima sobre la que actúan las tecnologías.

Define tecnología como “el uso del conocimiento científico para especificar modos de hacer cosas de manera reproducible”. Dentro del campo de la información destaca cuatro áreas:

• La microelectrónica
• La informática
• Las telecomunicaciones/televisión/radio y optoelectrónica
• Ingeniería genética

Las cuatro formarán el núcleo de tecnologías de la información, durante las últimas décadas del s.xx; creando un campo tecnológico donde la información se genera, almacena, recobra, y transmite.

Pone en relación esta revolución con la revolución industrial del siglo XVIII, ya que ambas se caracterizan por su capacidad de penetración en todos los dominios de la actividad humana, convirtiéndose en la base de dichas actividades que se orientarán hacia el progreso.

En este punto, considera que la innovación tecnológica no es un acontecimiento aislado, sino que, se produce por acumulación y depende de las condiciones específicas de cada sociedad. Como antecedentes, nos señala dos revoluciones tecnológicas, que allanaron el camino:

• I Revolución Industrial: con la máquina de vapor.
• II Revolución Industrial: con la aparición de la electricidad

Ambas, descubrieron en las redes sociales y económicas y fueron base para una revolución tecnológica de la información, que se caracteriza por una expansión de la mente humana.

Podemos marcar una secuencia histórica de la revolución de la tecnológica de la información: partiendo de los avances tecnológicos en el campo de la electrónica acontecidos en la II Guerra Mundial y posteriormente, aparece el primer ordenador programable y el transistor.

Tanto el transistor como el ordenador programable dan lugar al nacimiento de la microelectrónica, que será el núcleo de la revolución de la tecnología de la información del siglo xx (aunque en los 70 no se difundieron estas nuevas tecnologías).

La microelectrónica encuentra sus raíces con la invención del transistor (1947), que hizo posible procesar impulsos eléctricos más rápidamente en un modo binario a través de pequeños dispositivos de procesamiento: el chip. Su producción se aceleró con la invención del circuito integrado (1957); y con el microprocesador (1971), es el ordenador en un chip.

La capacidad de procesar información podía instalarse en todas partes: la microelectrónica se difundió a todas las máquinas.

Los ordenadores también fueron concebidos en la II Guerra Mundial, pero hasta 1946 no aparece el primer ordenador con fines generales (antes eran exclusivamente instrumentos militares). Pero fue con el microprocesador de 1971 cuando el tamaño de los ordenadores se reduce y comienza su comercialización exitosa, que irá creciendo exponencialmente desde el Apple I, pasando el P.C., o el software, hasta la posibilidad de añadir memoria y capacidad de procesamiento de datos centralizado con el ordenador interactivo en red.

Las telecomunicaciones se revolucionan gracias a la combinación de las tecnologías “nodo” (selectores de rutas electrónicos), y los “nuevos enlaces” (tecnologías de la transmisión). Sumado a los avances en optoelectrónica (fibras ópticas y transmisión por láser) que amplían la capacidad de transmisión. Junto con la aparición de la telefonía celular comercializada con gran éxito a finales de los 90, se establecen en nuestros días una variedad de tecnologías de transmisión de gran alcance que posibilitan una red de comunicación abierta a gran número de nuevos empleos y a un nuevo modo de vida.

La suma de las tecnologías electrónicas, anteriormente comentadas (la microelectrónica, los ordenadores y las telecomunicaciones), dentro del campo de la comunicación interactiva llevará a la creación de Internet, que hasta el momento se considera como el medio tecnológico más revolucionario de la era de la información.

El comienzo de Internet, se encuentra ligado a los fines de estrategia de uso militar, con la tecnología digital se consiguió crear una red capaz de comunicar nodos sin necesidad de apoyarse en centros de control, y su uso pasa a manos de universidades norteamericanas, esta sería la primer red a la que se llamó ARPANET, la creación de redes durante los 80 pasaron a llamarse Arpa-Internet. Diversas presiones comerciales, crearon redes corporativas privadas, que abrió el camino para la privatización de Internet, y desde aquí una acelerada carrera que llevó hasta la conexión de redes a gran escala y su difusión posible en cualquier lugar donde existieran redes telefónicas y ordenadores equipados con modems.

De esta revolución tecnológica podemos destacar como característica principal la aplicación de conocimiento en un círculo de retroalimentación acumulativa, donde el hombre se puede convertir en usuario y creador a un mismo tiempo. Esto nos índica la creación de un estrecho hilo conductor entre los procesos sociales de creación y manipulación de símbolos, lo que es la cultura que se genera en una sociedad; y la capacidad de producir y distribuir bienes y servicios, lo que serían las fuerzas productivas.

En este punto, la mente humana se va a convertir en una fuerza productiva directa y no en un elemento del sistema de producción. El papel social del hombre se reformula, ya no es solo, un elemento de la cadena de producción, sino que va a ser capaz de producir por él mismo, esto da un giro completo a la vida social conocida hasta ahora..

También hay que destacar que esta tecnología de la información no lleva de igual forma a todas las áreas del mundo, ya que su difusión es selectiva y por lo tanto crea desigualdad social, no solo en términos mundiales, sociedades donde existe un desfase de desarrollo no cuentan con la base tecnológica necesaria, ni con la infraestructura correspondiente para avanzar en esta revolución; sino que, también podemos hablar en términos más reducidos dentro de una misma sociedad desarrollada, donde la difusión de estas nuevas tecnologías es conocida, pero no al alcance de todos.

El uso de nuevas tecnologías da prestigio social, por lo que nos encontramos en un terreno peligroso, encaminado al consumo de las mismas, y donde es importante plantearnos si, es realmente la sociedad quién demanda estas tecnologías.

En un principio, no sería la sociedad en sí, ya que se encuentra habituada en sociedades desarrolladas a un estado de bienestar, donde sus necesidades son cubiertas, pero es el nuevo mercado tecnológico, el que hace aparecer nuevas demandas que realmente en un principio no surgen del hombre.

Un ejemplo muy claro es el de los teléfonos móviles: en un principio la gran mayoría de la población no necesitaba encontrarse localizado, ni comunicado en todo momento del día, sin embargo la difusión de móviles y su gran éxito de comercialización es algo totalmente factible, que en mi opinión nace de la imposición del mercado de la posibilidad de estar comunicados telefónicamente en cualquier momento, de ahí, diversas aplicaciones desde las laborales al ocio.

Lo que si, que es cierto, es que si hoy ya nos hemos acostumbrado a llevar un móvil en el bolsillo, hasta el punto que sin él, sentimos que nos falta algo, la dependencia de las siguientes generaciones que nacen no sólo en la era de los móviles, sino también de Internet, y de altas tecnologías; llevaran a la reformulación de la sociedad en una nueva, donde las redes de comunicación, como dice Castells, serán el tejido de nuestra vida.

Contexto social y cambio tecnológico

Manuel Castells, profesor de investigación de sociología en Barcelona, miembro de academias científicas como la europea, del alto comité de expertos de la sociedad de la información, profesor de la Escuela de Altos Estudios en ciencias sociales de París, en su libro “La era de la información – economía sociedad y cultura”, referente al capítulo 1 llamado: La revolución de la tecnología de la información, y bajo el subtitulo: El contexto social y las dinámicas del cambio tecnológico, se pregunta: “¿ por qué los descubrimientos sobre las nuevas tecnologías de la información se agruparon en los años setenta y en su mayor parte en los Estados Unidos?”, y ¿ se contesta: “ resultaría tentador relacionar de forma directa la formación de este paradigma tecnológico con las características de su contexto social.

En particular, si recordamos que a mediados de la década de los años setenta los Estados Unidos y el mundo occidental se vieron sacudidos por una importante crisis económica, estimulada ( pero no causada), por los choques petroleros de 1973-1974. Una crisis que impulsó la espectacular reestructuración del sistema capitalista a escala global, induciendo en realidad un nuevo modelo de acumulación en discontinuidad histórica con el capitalismo posterior a la segunda guerra mundial...”.

Esta respuesta referente a la crisis petrolera causada porque había mucha demanda y poca producción, además, por las guerras entre los países productores
de la década del setenta, en el siglo xx, es decir hace 38 años, que llevó las economías occidentales casi a la bancarrota, nos lleva a la conclusión de que la historia se repite en una economía globalizada originada por el sistema hipotecario de EE.UU., y los precios del crudo que mantienen altibajos o volatilidades que conmueven al mundo moderno.

Pero en lo que respecta al tema central que nos ocupa, según el escritor señala: “Si bien existe una coincidencia histórica entre el agrupamiento de nuevas tecnologías y la crisis económica de los años setenta, su sincronización es demasiado exacta, el “ajuste tecnológico” habría sido demasiado rápido, demasiado mecánico, cuando sabemos de las lecciones de la Revolución Industrial y otros procesos históricos de cambio tecnológico que las sendas económica, industrial y tecnológica, aunque se relacionan, se mueven con lentitud y adecuan su interacción de forma imperfecta”.

Esto es, que la crisis económica y financiera de la década del 73 al 80, atrasó notoriamente no solo el crecimiento de los países sino la tecnología que venía desarrollándose, hasta entonces, aceleradamente.

Castells, analiza las consecuencias nefastas de la crisis petrolera de entonces, pero a la vez deja entrever un hecho positivo, causado por la guerra fría: las dos potencias, Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Soviéticas, en su orden democracia y comunismo, continuaron con mayor ímpetu la competencia político-científica, desarrollando la era espacial, armas atómicas, la tecnología informática, perfeccionamiento de elementos como microprocesadores, microordenadores, microcircuitos, transistores, etc. Como si se buscara recuperar el tiempo perdido de la década de los 70s.

El autor, con razón, sostiene que la acumulación de planes tecnológicos represados, dio pie a un afán nervioso de realizar todo aquellos diseñados para librar la batalla política que en definitiva sirvió a la humanidad para su superación y mejor bienestar.

Los diseños, construcción y perfeccionamiento tecnológico, corrió en ambas potencias por cuenta de los ejércitos de cada país, principalmente, con aportes de científicos especialmente adiestrados para producir la gran revolución en distintos campos científicos.

Las empresas comerciales especializadas aprovecharon las transformaciones logradas para respaldar su uso y expansión como señala Castells: “El movimiento impulsado por las empresas hacia la desregulación y liberalización en la década de 1980 fue concluyente para la reorganización y el crecimiento de las telecomunicaciones, de modo más notable tras el despojo de ATT. A su vez, la disponibilidad de nuevas redes de telecomunicaciones y sistemas de información puso los conocimientos para la integración global de los mercados financieros y la articulación segmentada de la producción y el comercio de todo el mundo”.

Poco a poco las tecnologías en los distintos campos científicos se actualizan, gracias a nuevas investigaciones que aprovechando los medios desarrollados permiten su perfeccionamiento.

Cada día trae su afán, y cada día la ciencia avanza. Nosotros permanecemos expectantes para utilizarla, conforme a las necesidades del ser humano que las requiere para comunicarse, investigar, obtener salud entre otras cosas.

El paradigma de la tecnología de la información.



Un paradigma tecnoeconómico es un grupo de innovaciones técnicas, organizativas y gerenciales interrelacionadas, cuyas ventajas se van a encontrar no solo una nueva escala de productos sino en su mayoría en la dinámica del coste respectivo de todos los posibles insumos (input) para la producción.

La primera característica del nuevo paradigma es que la información es su materia prima: son tecnologías para actuar sobre la información, no solo información para actuar sobre la tecnología, como lo era el caso en las revoluciones tecnológicas previas.

El segundo rasgo hace referencia a la capacidad de la penetración de los efectos de las nuevas tecnologías. Puesto que la información es una parte integral de toda actividad humana, todos los procesos de nuestra existencia individual y colectiva están directamente moldeados por el nuevo medio tecnológico.

La tercera característica alude a la lógica de interconexión de todos los sistema o conjunto de relaciones que utilizan estas nuevas tecnologías de la complejidad. La morfología de red parece estar bien adaptada para una complejidad de interacción creciente y para pautas de desarrollo impredecible que surgen del poder creativo de esa interacción.

El cuarto lugar y relacionado con la interacción, aunque es un rasgo claramente diferente. El paradigma de la tecnología de la información se basa en la flexibilidad.

No solo los procesos son reversibles sino que pueden modificarse las organizaciones y las instituciones e incluso alterarse de forma fundamental mediante la reordenación de sus componentes.

Una quinta características de esta revolución tecnológica es la convergencia creciente de tecnologías específicas en un sistema altamente integrado, dentro de la cual las antiguas trayectorias tecnológicas separadas se vuelven prácticamente indistinguibles

Las telecomunicaciones son ahora solo una forma de procesar información; las tecnologías de transmisión y enlace están al mismo tiempo cada vez más diversificadas e integradas en la misma red, operada por los ordenadores.

Bibliografía

CASTELLS, Manuel. La Era de la Información- Economía sociedad y cultura. La Sociedad Red. Volumen 1.

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